20110804

El ocaso

Hola contestó.

Hola. Dije yo.

Él ya sabía que era yo. Probablemente ya sabía todo, pero a veces se hace el que no entiende.

Hubo un silencio mientras pensaba como decírselo. Era algo tan inmenso…

¿Estas bien? Me preguntó. Sospechaba algo, por supuesto.

Si, si. Disculpa que te llamé

No hay problema. ¿Qué pasa?

Voy a subir a la terraza esta tarde. Va a ser lindo. La lluvia y la vista.

Me dijo que estaba loca. Que me quedara adentro, que no valía la pena saltar.

No voy a saltar. Dije. Segura, confiada. No voy a saltar.

Es hora. Siento que hoy va a pasar algo. Es como una brisa, detrás de la nuca. No estoy loca y no voy a saltar, pero hoy voy a saber. Estoy segura. Es hoy. La verdad, el fin. Es hoy.

Hubo un silencio mientras él rumiaba su desencanto.

Es hoy y yo no estoy. Dijo finalmente. No era una pregunta. Era una fatalidad.

Si te fuiste, si no estas, es porque no tenías que estar. Tengo que hacerlo sola.

Me pregunto si tenía miedo.

Le dije que si. Pero que igualmente no podía esperar.

Me dijo que me quería. Y que me iba a extrañar. Sucediera lo que sucediese.

Yo también le dije que lo quería. Fue lo último que le dije.

Te quiero.

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